Pues bien, el momento ha llegado.
Barack Obama es ya el nuevo presidente de los Estados Unidos de América (44 llevan ya), y la pregunta no es sí lo va a hacer mejor que Bush (esa respuesta es evidente), sino si va a conseguir un mandato tan bueno como todos nos hemos imaginado en estos más de dos meses que han pasado desde las elecciones.
Algunos estadistas ya están avisando que es imposible que consiga todo lo que se ha propuesto. Vale, es posible, pero lo importante es que se mantenga en su ideología y en su supuesto buen hacer.
A muchos nos recuerda a Kennedy y a Lincoln (quizá los dos mejores presidentes de los USA), y él se ha preocupado de que llenar su investiduras con símbolos relacionados con este último. Esperemos que él tenga un final mucho más feliz, y que por una vez en la vida la bondad sea más fuerte que la avaricia.
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